jueves, 4 de octubre de 2007

Quien dijo que era el fin...

Odio los días grises. Y no me refiero a esos días en los que todo te sale mal.

Me refiero a los días en que el cielo es gris, completamente gris. Todo está triste. ¿Acaso el Cielo puede estar triste?

TODO se viste del mismo color y nos muestran así su cara más taciturna. Es normal; el Cielo está siempre solo.


Esta mañana, después de casi una semana gris, me dirigí al Cielo y estuve hablando con él. Le pregunté que por qué siempre estaba gris en invierno.

Su respuesta fue rotunda.
En invierno hay menos horas de luz, nuestra gran estrella Sol pasa menos tiempo luciendo vivamente en el Cielo. Y el Cielo, como todo buen amante, siente una gran pena al estar separado del Sol durante tantas y tantas horas.

Es la Luna, esa mujer noctámbula, la que acompaña al Cielo en mayoría de horas. Pero el Cielo no quiere estar con Luna, quiere estar con Sol, su gran y único amor.

Me dijo que en primavera y verano, volvería a lucir azul, cuando el Sol de nuevo pase más horas en él.

El Cielo está triste y se viste con Nubes grises.

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